lunes, 12 de octubre de 2009

Wenos días, wenas tardes, wenas noshies

Bueno... dá lo mismo como titular esta entrada, lo cierto es que no sé si es de día o de noche... ni idea si es el amanecer o el anochecer... y no importa tampoco, puesto que desde este lado del mundo y desde mi estúpido puesto de derrotada, eso no es para nada significativo. Me he pasado el día [o quizás ha sido la noshie] escuchando Sabina... y así como derrepente salen sus joyitas que me ponen a mil, derrepente salen sus canciones de esas que te dan como dagas en el músculo cardíaco... y uno acaba más mal de cómo comenzó... Comenzó?? Y sabe alguien cómo comenzó??

Bueno... tal y como dice Sabina... la noshie que io amo es turbia como tus ojos... y entonces otra vez me hace recordarle, de cerrar mis ojos y recordar los suyos... algo oscuros, algo cansados... algo maliciosos depronto... y muchas veces provocaban una armonía exkisita con tu olor a tabaco y piscolas... Y ahora mismo es cuando el silencio reina otra vez, y ese malestar en el centro del pecho comienza a subir y cerrarse, y ya no queda más que un nudo en mitad de mi garganta. Cómo podemos hacerle comprender cuanto lo extrañamos [y dejenme incluirles, que más vale que seamos muchos a que sea solo io la idiota]y cómo tratar de entender sus reacciones extrañas y mega bipolares cuando dice una cosa y no hace más que actuar contradictoriamente...

Después de algo así como de tres años sin saber de mi persona especial, apareció... Y tengo un poquitín de susto a que vuelva a desaparecer entre la niebla, como lo hiso aquella noche, aquella cálida noche que si era noche y puedo asegurar que si lo fué... Esa noche no me dijo adios, no me dijo hasta nunca, esa noche me dijo hasta luego y la farola que nos alumbraba quemó una polilla... y él caminó, y io no lo seguí... El día anterior a ese, cuando era de día y había un radiante sol que nos hacía esquivar la mirada cuando mirabamos lo alto de la escala de aquella pensión en la cual vivía... Ese día, esa tarde, esa calurosa tarde me dijo que me amaba... y io se lo creí... y ahora mis noches, o mis días, o mis amaneceres o atardeceres siguen siendo iwales unos de otros... y sólo me queda de recuerdo su voz y sus dedos entrelazados a los mios... Y hoy apareció... y no lo reconocí... Treinta años y unas cuantas canas... y Sabina en mis oídos... y un helado en una de mis manos...

Cre que te asustó un poco verme así... creo que no te esperaste esto de que me sobren un par de meses de vida... creo que en tus ojos aún pude ver un pequeño destello... y creo que eso fué lo que me dejó sumida en la melancolía... Siempre creí que después de esa noche te ibas a podrir por dentro... No es que te desee mal, pero si. No tienes idea que te extrañé amargamente sin ganas de volverte a ver, y cuando te ví después de tanto tiempo, pues si, me sorprendí alegremente que ya te extraño con ganas de odiarte en un nuevo amanecer

Cuando Cochoa nos reúna, Cordillera nos volverá a separar...

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